La enfermedad de Parkinson, un desorden
neurodegenerativo y progresivo, afecta mucho más que el control motor,
pero existen ensayos clínicos y tratamientos que ayudan a mejorar la
calidad de vida del paciente.
12/05/2012
De acuerdo con la Fundación Nacional de Parkinson, con base en Miami
desde 1957, cada año se diagnostican entre 50,000 y 60,000 casos nuevos
de Parkinson, con una edad promedio de 62 años al momento del
diagnóstico.
El Parkinson, un desorden degenerativo y progresivo
del cerebro, es la segunda enfermedad degenerativa más común del
cerebro, después del Alzheimer. Afecta a un millón de personas en
Estados Unidos y entre cuatro y seis millones a nivel mundial.
Provoca temblor, lentitud en el movimiento y rigidez, así
como otra cantidad de síntomas tempranos incluyendo pérdida del olfato.
El desorden puede también afectar las funciones cognitivas y
gastrointestinales.
La enfermedad es provocada, en gran medida,
por una deficiencia de la sustancia química dopamina en el cerebro. Su
progreso puede tomar al menos una década. Se sabe que cerca de un 15 por
ciento de los casos son hereditarios. El otro 85 se debe a factores
genéticos y ambientales desconocidos, dice el Dr. Carlos Singer,
profesor de neurología de la Escuela de Medicina de la Universidad de
Miami y director de la división de Parkinson y otros desórdenes de
movimiento.
Los tratamientos hasta ahora se enfocan en los
síntomas y en tratar de retrasar el progreso de la enfermedad.
Recientemente ha sido aprobada una nueva prueba diagnóstica. Hay otras
en proceso y se espera que avance la investigación en el área de células
madre.
“Creo que en los próximos años encontraremos una cura”,
dice Singer, médico de Roden.
“Están estudiando los mecanismos de cómo
actúa la enfermedad, de modo que, aunque no se conozca la causa, se
pueda entender cómo funciona y podamos detenerla”.
Entre los
ensayos clínicos en curso en la Universidad de Miami, se encuentran
aquellos para tratar los síntomas, incluyendo nuevas formulaciones de la
droga L-Dopa.
Uno de ellos está probando una pastilla que dura
más porque se absorbe a través del intestino. Otro ensayo, del que la
universidad espera formar parte en el transcurso de este año, utiliza
una formulación en forma de gelatina, que se administra a través de una
bomba que se inserta desde el estómago hasta el intestino.
Otra
prueba utiliza una droga que le brinda al paciente más horas sin
síntomas. La Universidad de Miami está reclutando pacientes para este
ensayo clínico.
La Universidad de Miami está involucrada en un
estudio de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en
ingles), que utiliza un agente antidiabético, la Pioglitazona. Están
reclutando pacientes en etapas tempranas de Parkinson para este
protocolo.
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Singer dice que espera también que en los próximos años se puedan comenzar ensayos clínicos de células madre.
Mientras tanto, algunos hospitales han comenzado a utilizar un nuevo estudio de tomografía del cerebro.
El
DaT Scan mide la cantidad de receptores de dopamina en el cerebro, lo
que ayuda a diferenciar si el paciente tiene un temblor relacionado al
Parkinson o un “temblor esencial” que no está relacionado, dice el Dr.
Seth Hochman, neurólogo del Hospital Baptist y profesor clínico de
neurología en la facultad voluntaria de la Escuela de Medicina de la
Universidad de Miami.
“Puedes hacer la distinción clínicamente en
muchos de los pacientes, pero si tienes un paciente con quien no estés
seguro, es ahí donde más ayuda”, dice Hochman.
La prueba se ha estado utilizando también en Cleveland Clinic de Weston.
“Hasta
ahora, no teníamos una forma de determinar la cantidad de pérdida de
células de dopamina”, dice el Dr. Néstor Galvez-Jiménez, director del
departamento de neurología y director del programa de desórdenes de
movimiento de Cleveland Clinic.
En los pasados meses el examen se
ha utilizado para documentar algunos pacientes a quienes se les había
diagnosticado Parkinson pero que, de hecho, no lo tenían.
Cleveland
Clinic también está llevando varios estudios para determinar los genes
relacionados con el Parkinson y probar compuestos que disminuyan o
mejoren el control motor o el control de síntomas.
Uno de los
tratamientos más avanzados es la Estimulación Cerebral Profunda que
supone la implantación de un marcapasos en el pecho con alambres que
llegan al cerebro. El mismo, se realiza ahora en la Universidad de Miami
y probablemente también se esté realizando para fines del año en
Cleveland Clinic.
“Este es un avance increíble para los pacientes
de Parkinson”, dice el Dr. Bruno V. Gallo, profesor asistente de
neurología y neurocirugía y director del programa de Estimulación
Cerebral Profunda en la Escuela de Medicina de la Universidad de Miami,
quien ha atendido a más de 700 pacientes.
El procedimiento utiliza
cuatro cables, todos más delgados que un cabello humano. Estos suben
por el cuello, por detrás de la oreja y pasan por debajo del cuero
cabelludo hasta llegar al cerebro, dice Gallo. El paciente debe estar
despierto durante el procedimiento.
Una vez que el dispositivo es
encendido, se mantiene funcionando todo el tiempo y solo hay que
remplazar la batería después de algunos años, dice Gallo, quien ha
realizado la cirugía en pacientes de hasta 88 años de edad.
Generalmente,
los candidatos están en una etapa entre moderada y avanzada de la
enfermedad, y deben de someterse a algunos estudios para determinar su
elegibilidad.
“Cualquier paciente que este respondiendo al
medicamento pero que esté sufriendo efectos secundarios adversos, debe
ser considerado como candidato”, dice Gallo.
FUENTE: EL NUEVO HERALD (véase noticia completa)
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